martes, 9 de septiembre de 2008

La irónica muerte de Pinochet

La muerte del General Augusto Pinochet para algunos fue motivo de una eufórica celebración, congregando a más de 4000 mil personas en Plaza Italia. Alrededor de las 17.00 horas comenzaron a llegar masas de personas al centro neurálgico de todas las grandes aclamaciones nacionales.  Una celebración llena de alegrías, reuniendo, en su mayoría, a defensores de los derechos humanos. Aquellos que desde el Gobierno de Pinochet, lucharon por sus seres desaparecidos.

Pero, ¿es realmente la muerte un  merecido castigo para aquel que siempre se relacionó con ella? Más aún, si su estado de salud cada día empeoraba y su agonía lo reducía a un estado de dependencia absoluta. Quizás por su condición médica, lo mejor que le podría haber pasado, lo único que aliviaría su dolor, era la esperada muerte.

Aquella celebración llena de champagne, abrazos, papel picado, música y banderas, fue por el alivio de un anciano de no pasar el resto de sus días en la cárcel.  El militar chileno, que encabezó una de las más sangrientas dictaduras de América Latina no fue condenado y todos aquellos que lucharon por su condena, salieron a las calles a celebrar su absolución. 

Más aún, la impunidad del sin número de delitos cometidos por Pinochet fueron celebrados un 10 de diciembre, el día internacional de los derechos humanos. Si bien la Presidenta decidió que el funeral fuese sin honores de Jefe de Estado, fue el pueblo el que lo ensalzó como tal. Le celebró la paz que tanto anhelaba.

Francisca Ramírez Fritz

No hay comentarios: