martes, 11 de noviembre de 2008

El "menos malo" frente al "más conveniente"

Obama ganó las elecciones y el mundo entero exclama de regocijo. La pregunta que muchos se hacen es ¿Por qué? Pareciera ser un gran paso para la sociedad estadounidense haber escogido a un afroamericano que representa –para muchos- uno de los mayores y clásicos temores de los americanos: el poder en mano de los negros. Siendo el presidente número 44 de esa nación, Barak Obama marcó un hito en la historia de su país, no sólo por ser el segundo presidente más joven después de Kennedy, o por haber incentivado la inscripción electoral de cientos de miles de jóvenes que se sintieron identificados con su discurso pro cambio, sino que por ser el primer negro que asume la presidencia de la primera potencia mundial. Es clásica ya la historia del blanco que cruzó la calle cuando vio que por su misma vereda y en dirección contraria, se venía acercando un negro. Podría ser un simple vendedor de Nuts 4 Nuts, pero aún así muchos prefieren cruzar. ¿Por qué entonces Barak Obama salió electo?

Obama lo prometió todo: superar la actual crisis económica que tiene al mundo con vaivenes en las bolsas internacionales, hacer que la gran potencia mundial que es Estados Unidos brille por su accionar ideario antes que por su actuar con armas, retirar a las tropas de Irak en un período de 16 meses, etc., etc., etc. No cabe duda de que un factor importantísimo en su victoria fue su carisma y su increíble utilización de los medios de comunicación para difundir su campaña. Tampoco hay que obviar el fuerte trabajo de su equipo “de marketing”, que logró posicionarlo por sobre la candidata de su mismo partido, Hilary Clinton, permitiéndole luchar por la presidencia contra McCain.

Pero a pesar de todo lo que pueda decirse sobre Obama y de lo maravillosamente idealista que suene su speach, para mí está elección tiene -más bien- relación con un ímpetu de rebeldía. Sí, no niego que los estadounidenses estuvieran hace rato cansados de la política antiterrorista de Mr. Bush. Tampoco niego que creyesen en el discurso de Obama y en sus aspiraciones de renovación bajo el slogan “Yes We Can”. Pero lo que tampoco hay que dejar pasar es el hecho de que en USA las personas tiene la posibilidad de elegir entre dos candidatos: o demócrata o republicano. No es como en nuestro país, en que las opciones no sólo incluyen a la oposición y la Concertación, sino también al PC, al PRDC, al Partido Humanista e incluso a los Independientes. Visto desde esta perspectiva –y considerando el hecho de que la gente estaba agotada de Bush- es probable que muchos hayan votado por Obama no porque realmente les gustara como presidente, sino más bien para no votar por un futuro gobierno que repetiría los patrones que ya llevan 8 años poniéndose en práctica.
Además, el sistema estadounidense -en que no se cuentan uno a uno los votos del pueblo, sino que cada estado cuenta con un cierto número de representantes que se suman al candidato ganador- hace de la elección algo, a mi parecer, menos democrático que en nuestro país.

No deja de parecerme un poco raro que en el país donde “todos los sueños se hacen realidad” (país que a pesar de llamarse “libre” coarta contra la libertad de muchos inmigrantes y negros), se haya elegido a un presidente de color. Para mí se condice con la teoría del “escoger al menos malo” antes que “al más conveniente”. Eso estará por verse a partir de enero próximo, cuando junto a su señora y sus dos hijas Barak Obama haga oficial su traslado a la Casa Blanca.
Por Magdalena Frías

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