jueves, 27 de noviembre de 2008

Babasonicos en Chile

Hace cinco años descubrí el atractivo singular de esta banda de rock argentina. Sin considerarme “rockera” (de hecho creo odiar un tanto el rock) me bastó escuchar un par de sus canciones -Putita, El loco y Rubí (mi favorita), entre otras- para comenzar con ellos un romance que perdura hasta hoy. No se trata sólo de sus melodías pegajosas o de sus características letras banales, sin sentido en algunas ocasiones o sublimemente denunciadoras de agentes cotidianos en otras, sino también –tal como me dijera su tecladista Diego Tuñón- de “no tenerle miedo al ridículo”. Su último single Microdancing da cuenta de ello.
El fin de semana reciente realizaron dos conciertos: viernes en el Teatro Caupolicán y sábado en el local El Huevo, en Valparaíso. Yo no pude ir. No porque no tuviera ganas, sino por un tema de falta de información. Desde el 2005 que Babasonicos no había lanzado un nuevo disco, y sin querer queriendo fui desplazando sus ritmos cardíacos por otros artistas que buscaron la innovación de una forma más constante. Recién ahora vine a enterarme de la aparición en el mercado de su nueva creación, Mucho, nombre que refleja -según sus propios integrantes- que entre Anoche (2005) y este nuevo compilado “pasó mucho”. Entre todas esas cosas, la muerte de su bajista Gabriel “Gabo” Manelli, quien luchó durante años contra una enfermedad que prefirieron mantener fuera del alcance de los medios. Un disco “cargado de buena onda y de los buenos deseos de que Gabo se recuperara” comenta Diego Castellano, baterista del grupo.
Se comenta que el concierto en el Caupolicán “estuvo muy bueno, aunque hicieron el mismo show de siempre”. A mí me hubiese dado lo mismo, porque volver a ver en acción a este ahora quinteto del rock – pop argentino -que lleva 17 años reinventándose una y otra vez sin quedarse cortos de recursos creativos- es un privilegio que no muchos valoran y pueden disfrutar. En esta ocasión, yo no pude.

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